DE LA REDACCIÓN / LA NACION 1 DE NOVIEMBRE 2006
Los ticos y la ley de la selva
Hazel Feigenblatt
La discusión sobre el problema de los perros atropellados que agonizan abandonados en la calle llegó a su máxima profundidad intelectual hace unos días, cuando un ilustre costarricense dijo que eso no pasaría si cada perro estuviera en su casa.Una idea de tal magnitud ya había ocurrido, en el siglo XVIII, cuando la reinaMaría Antonieta dijo que los pobres no tendrían hambre si comieran pasteles. Pero, bueno, ahora que avanzamos a la idea de que cada perro debe tener hogar, nos queda un pequeño detalle: ¡Miles de perros no tienen casa! Los bancos no les dan préstamos, no califican para un bono y nadie les da empleo.
Si pensamos durante unas cuatro milésimas de segundo, el raciocinio nos hace ver que nos toca a los humanos resolver el problema, pues en Costa Rica creamos una sociedad que ignora la existencia de otras especies. Especies que tienen derecho a vivir y a no ser tratadas con crueldad porque existen y sienten, sin mencionar que suelen tener una nobleza a la que muchas personas no pueden ni aspirar. Muestras de la carencia de nobleza humana abundan, como cuando los perros son atropellados y dejados a su suerte. ¿Se imagina el dolor de ser atropellado y no tener la esperanza de una ambulancia? O imagínese perderse y toparse con una manada de las peores, la de “seres pensantes”, que le griten, tiren piedras y palos y le amarren el cuello hasta matarlo, como le pasó a un puma en abril en Escazú. Ahora imagínese que a usted lo dejen morir de hambre en una jaula, sin espacio para moverse entre su propio excremento por siete días, como hizo el almacén deTransportes Aéreos Tical. Un perro murió y otro fue rescatado, por la Asociación Humanitaria para laProtección Animal.
Para interactuar con otras especies, los ticos no usamos ni la razón ni el corazón, sino la ley del más fuerte, como bestias de la selva. Si atropellamos a un perro, es su culpa por no tener casa. Si se pierde un puma, lo matamos a pedradas. Si un perro no tiene sus papeles, lo archivamos en una jaula.
Cada incidente que ocurre con un animal siempre es culpa de una persona, pero en Costa Rica siempre castigamos al animal indefenso. ¿Cuál es la superioridad moral si torturamos y nos aprovechamos de los que no pueden hablar? ¿Cuál es la grandeza intelectual si no tenemos capacidad para atender las situaciones con animales, como sí lo hacen otros países?
Es obvio que nuestro deber como especie dominante es solucionar los aprietos en que a diario ponemos a otras especies, como los perros callejeros. Si no, nuestra supuesta superioridad no va más allá de ser la alimaña más fuerte, egoísta y abusadora de la jungla.
Los Ticos y la Ley de la Selva
sábado, noviembre 04, 2006 a la/s 4:05 p. m.
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